viernes, 16 de octubre de 2009

[ Esa es la Rutina. ]




Me gustaría.

En serio me gustaría muchísimo hablar contigo, conocer tus ideas, y por supuesto: A tí mismo.

¿La razón? Eres muy inteligente, lo demuestras a diario cuando al hablar exiges razones, cuestionas y justificas al frente de todos como jamás había visto hacer a nadie. Siempre dispuesto a ayudar y mejorar.

¿Frío? Puede ser. Al menos es la apariencia que logro ver en tí. Glacial cómo tus ojos, pero con una sonrisa que a su vez me hace sonreír a mí.

Y aunque algo serio y distante, estoy segura que me gustaría saber quién está tras aquellos ojos azules.

Y por unos minutos más, me pierdo en tus ojos mientras sigues hablando y hablando sabiamente.
*
*
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Por favor, no me despierten del trance.

lunes, 12 de octubre de 2009

[ Lost In Your Eyes]


Tengo razones para sonreír, razones para destacar. Y esa razón es Él.

Él. El muchacho de los ojos azules que habla con tanta inteligencia, destilando admiración e hipnotizando al clavar su mirada sobre mis esquivadizos ojos.

Anhelo de Otoño.


Inconscientemente,
Extraviada bajo el embriagador y caótico éxtasis
que el afilado matiz de sus ojos provoca en mí.
Desde mi lúgubre averno le llamo con inverosímil fervor;
¡Oh, proclive ángel! Ven a mí, quédate y fortalece mi dolor…

Imposible.

Es inverosímil caminar sobre este escarpado sendero
sin dejar de imaginar aquellos ojos de hielo.
Gélidos, grandes y serenos,
esos fríos y arrebatadores ojos me fulminan.
Arrogantes e indiferentes
Pues su excelsa mirada custodia la sabiduría febrilmente.

Y pausadamente el apasionado frenesí se apodera de mí…
Delirios y visiones que nublan mi lasciva conciencia.
Gallardo príncipe, permítame mostrarle a su ignota razón
la cripta que ahora es mi corazón.

Frágil.

Los tenues rayos de la luna parecen quebrarse
en cuanto él irrumpe en mis aposentos.
Tan altivo, tan soberbio y sublime como siempre,
sucumbí tan sólo al extraviarme tras aquellos ojos crisálidos.
Esos inocentes ojos que embriagaron a mi débil esencia
aquellas mañanas del inevitable y severo otoño.








Sólo basta con mirar tus ojos para hacerme sonreír a lo largo del día. Y, aunque serio y distante, me encantaría conocer lo que ocultas trás esas palabras triviales que retumban en mi mente.



En serio te lo agradezco.